lunes, 12 de octubre de 2020

Saramago y el convento


 No es posible prorrogar los placeres más allá de lo aconsejable; todo a de terminar algún día. Me racionaba la novela de Saramago alternándola con otras lecturas... había que paladear despacio cada página... pero algún día había que terminarla. Ayer me despedí de Blimunda, de Baltasar Sietesoles, del padre Bartolomeu Lourenço... del convento, de Maffra, de Lisboa y de la Passarolla, y de Scarlatti, y de tantos y tantos personajes secundarios maravillosos... y claro, de ese inteligente, irónico, ameno e informado narrador omnisciente que desde la contemporaneidad recrea un lenguaje propio de Mil setecientos... Adiós a tan maravillosa lectura. Pasé toda la noche soñando con los personajes y situaciones de la novela.

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