lunes, 29 de mayo de 2023

Ottessa



 Leo con asombro dos de los libros de Ottessa M. Impronunciable nombre de esta americana de origen multiracial. Literatura de esa que queda rondándote en la cabeza dias después de terminar su lectura. Pronto leeré su nueva novela.

Mientras, leo el último Llamazares

lunes, 17 de abril de 2023

 Novelas antiguas, desconocidas, de autores de los que nunca has oido hablar, que saltan a la actualidad por un artículo en el País, de Rosa Montero, y que ¡Oh, casualidad! de repente son reeditadas. Compro una novela en Iberlibro por 4 euros, que es editada al día siguiente por 23...

Por otra parte la novela es fantástica, sí, literatura de "la de antes" pero magníficamente bien escrita y con una historia de las que enganchan contada por las voces de dos o cuatro mujeres, de esto no me he aclarado mucho, niñas y adolescentes en una granja del medio oeste de los Estados Unidos en los años cincuenta, bajo la tiranía de la abuela, la Reina de Persia del título: "En los tiempos de la Reina de Persia" de Joan Chase.

miércoles, 5 de abril de 2023

 Banville, "Las singularidades"

Hacía mucho tiempo que no subrayaba frases en un libro... ahí van algunas.


Dentro de mí había un hueco en forma de mujer y ella había avanzado y encajado en él y se había encerrado en su interior con un clic. ¡Amor a primera vista!

Justo cuando había alcanzado la edad en la que Eros, descorazonado,se dispone a descolgarse el carcaj y desencordar el arco.

Soy Helen, dijo, y Helen fué...

Un espejo soñador...un reloj tictaqueante...un libro desechado pero aún abierto boca abajo haciendo el espagat.

Cuando la gente no está con M. ,deja de existir por lo que a él se refiere.

Pues no existen grandes hombres, preguntad a cualquier mujer.

A menudo tengo la impresión de que no he crecido en absoluto, de que los años, simplemente se han acumulado en torno a mí como los anillos del tronco de un árbol y que en el núcleo continúa el pimpollo original,húmedo y trémulo y vibrante de vida fatua.

Ay, mi cerebro está confuso, hundido como me encuentro en la ciénaga de la vejez y la gris decrepitud.

Me gustan los actores, su patetismo y su vulnerabilidad. Cumplen la magnífica función de protegernos de la necesidad de reconocer que nosotros mismos, todos nosotros, estamos actuando.

...se apresuró a dar media vuelta y se alejó enseguida de su mejor yo, que, sujetándola con firmeza por los hombros, la empujó hacia delante.


He disfrutado mucho con este libro, espero que no sea el último de Banville, y luego el descubrimiento de que existe una trilogía de la que sólo conocía la primera novela, "Las pruebas", en las que estos personajes y sus paisajes estaban presentes, "La trilogía de Freddie Montgómery"


Y encadeno con los "Castillos de fuego" de Martínez de Pisón, que al principio me parecía demasiado "inspirada" en las novelas de Max Aub pasando por Almudena Grandes, pero a la que dí la oportunidad de engancharme en sus casi 700 páginas, de lo que no me arrepiento en absoluto.

domingo, 19 de febrero de 2023

 Leer. A veces una obligación. Libros abandonados, dejados para mejor ocasión, Auster y su Stephen Crane, la biografía de Philip Roth, otros abandonados nada más ser comprados, empezados, desechados, relegados. Dónde quedó aquella obligación de leer todo lo que compres... pero hay tanto para leer y tan poco tiempo... y sin embargo hay libros que odias desde el minuto uno pero te ves obligado a terminarlos. Me ha pasado con lo último de Manuel Vilas, "Nosotros" un espanto cursi todavía más insoportable que la anterior, "Los besos" y flamante premio Nadal de este año, esto no hay quien lo entienda, y por ese afán de entenderlo uno llega hasta el final de la novela, esperando que mejore, que haya "algo", para constatar que el autor, aburrido de su propuesta inicial, es capaz de dar un giro absurdo a la narración para convertirla en algo todavía más cursi y abominable... en fin.

En la reserva, "La autopista Lincoln" de Amor Towles, "Los libros de Jacob" de la maravillosa Tokarzuk, y ese Banville que nunca decepciona, "Las singularidades" y tentado por esa historia sobre la posguerra de Martínez de Pisón.

miércoles, 18 de enero de 2023


 Bonita foto trucada con photoshop por Walter K. utilizada en el montaje Bihotzez muxu bat...

La carta al director de la entrada anterior nunca fué publicada... seguramente error mío por no haberla dirigido bien con todos los datos... casi mejor.

Algunos títulos leídos el año pasado y no consignados por la interrupción del blog...

LOS BESOS de Manuel Vilas

LOS VENCEJOS de Fernándo Aramburu

LA NOVIA GITANA de Carmen Mola

EL GRAN CUADERNO/ LA PRUEBA/ AYER de Agota Kristof

INFORME PARA CIEGOS de José Saramago

EL ESCENARIO de Karmelo C. Iribarren

PIEL QUEMADA de Laura Lippman

Y unos cuantos de JAVIER REVERTE : Los dos primeros de Africa, La aventura de viajar, La frontera invisible, La noche detenida.

Me dejo algunos.... Ah! y por supuesto todas las novelas de Chirbes, que leí seguidas y de un tirón... y otro buen taco de libros empezados y abandonados para una mejor ocasión...

martes, 10 de enero de 2023

CARTAS AL DIRECTOR

 

Agur Joaquín

Ha fallecido Joaquín Urbieta. El día de Reyes. Con él desaparece de mi personal agenda donostiarra otra figura clave. Hace poco menos de un año se marchó Don Daniel Trepiana, actor, pintor, torero…amigo. Hoy lloro la pérdida de mi amigo Joaquín. Voy a echar mucho de menos los encuentros con él, sentado en un banco del Muelle o en el Paseo de los Curas del Castillo, leyendo al sol sus periódicos o su libro de turno, permitiéndome un rato de su tiempo para charlar, siempre bromista, muchas veces “purrustero”. Luego se levantaba ágil todavía a sus casi 90 años para irse a dar el ritual chapuzón a la Concha, a hacer la compra, fumándose a escondidas con gesto culpable el cigarrito de antes del txakolí, y por la tarde al cine, al teatro, crítico implacable de lo que no le gustaba, a la Sociedad… siempre a la vida. La enfermedad le tenía confinado en su domicilio, puedo imaginar su sufrimiento.

Adiós, amigo Joaquín, periodista de taller, enemigo del teléfono móvil, de las fotografías, de cualquier novedad turística que rompiera tu imagen de esta ciudad que ya tan poco se va pareciendo a sí misma. Agur eta goian bego.

 

Isidoro Fernández

Esta carta, pequeño homenaje a un amigo que se ha ido, fué enviada al Diario Vasco el 10 de enero de 2023... publicada?

 

jueves, 5 de enero de 2023

ROSENDO
Aquel, iba a ser un día especial para Rosendo, y no permitiría, mayores fueron los sufrimientos de Jesucristo en la cruz, que el dolor del pie izquierdo se lo estropeara. Aquellos viejos zapatos tenían que durarle todavía un par de años más. Desde luego no eran los más adecuados para andar por aquellos andurriales, encima las últimas lluvias habían llenado de barro resbaladizo los caminos, y había que esquivar el musgo y los cantos afilados que se ocultaban traicioneros a sus pasos bajo la mullida alfombra de las hojas de los robles recién caídas, que anunciaban ese otoño que ya era una realidad en el calendario. Pero Rosendo sabía andar por estos caminos, y hoy se sentía tan ligero que había preferido contra su costumbre, dejar en el paragüero de la sacristía el recio bastón de madera de avellano.
También podía haberse calzado las abarcas que le regaló la Jesusa, siempre tan preocupada por su salud y su bienestar, un avemaría por sus intenciones, pero le parecían poco serias, poco adecuadas para conjuntar con la sotana, por cierto, remángate antes de cruzar ese charco, o la pobre Jesusa se va a pasar las horas muertas cepillando los bajos hasta hacer desaparecer las manchas de barro, otra avemaría por sus intenciones.
Eran callos, o juanetes, o como se llamen, si no se hubiera empeñado en terminar el partido a doce tantos con los mozos… buenos chicos, siempre despistados con esas cosas del demonio y la carne, pero nobles, buena gente, y además les ganó: a los tantos y al barrene, qué se creían que eras poco hombre por llevar faldas, con una mano le bastaba, la otra para remangarse la sotana. Sintió el roce de los zapatos en cada carrera que subía, pero qué caramba,
2
había que seguir, seguir y ganar. El vaso de sidra bien ganado, el tirón de orejas a Juanito, ¿Qué, cuando te voy a ver por la Iglesia? El mejor monaguillo que había tenido… decían que si su padre había sido rojo, pero quién se acuerda a estas alturas de aquellas historias. Los muchachos mirando de reojo, este cabrón de cura que nos gana y que se vacía los vasos de sidra como si fueran agua. Por cierto, conseguir un par de botellas de rioja del Basilio, que ese chacolí nunca ha sido buen vino para consagrar. Qué tiempos aquellos cuando el Basilio se dedicaba al estraperlo. Entre la locomotora y el primer vagón: ahí guardaba la mercancía. Y el tren arrastrándose despacio y él dejando caer un saco de harina aquí y otro de azúcar allá, y el fogonero haciendo la vista gorda, que seguro que se llevaba también su parte. No recuerdo si se confesaron de aquello… bueno, qué más da, contribuían a quitarle el hambre a la gente, modernos mesías sobre raíles de hierro.
El chanchangorri allí, amistoso sobre la rama, le silbas y parece que va a venir aposarse en tu mano, pero no, te mira con desconfianza, expectante…unas migas del bocadillo que con tanto cariño te pone cada día la Jesusa en la palma, y el pajarico, desconfiado todavía, pero al final se posa en el borde de la manga de la sotana y picotea las miguillas… podrías cerrar la palma y atraparlo…pajaritos fritos para almorzar, qué espantosos aquellos tiempos de hambre… criatura de Dios, vuela y se pierde entre las ramas del castaño.
¿Por qué te miraba de aquella manera la Ramoni? La tarde del baile en la plaza, los guardiaciviles paseándose ufanos, las caras de los mozos rojas de excitación, repeinados al agua, las camisas limpias y recién planchadas, los viejos apurando el vaso de vino, los
3
ojos lacrimosos, los huesos doloridos, toda una vida de fatigas… no, que no se te ocurriera ir a hablarles hoy de las dulzuras de la salvación y de la vida eterna, no, hoy toca baile, toca perderse embelesados en la contemplación de esas dos mujeres, todavía casi niñas que bailan abrazadas la una con la otra mientras vigilan a los chicos con el rabillo del ojo, y la “jasband” que se arranca con un pasodoble torero, que ya está bien de tanto zortziko y de tanto txistu y tamboril.
¿Pero por qué te miraba así la Ramoni? Es una desvergonzada, una comprometedora, las mujeres la miran y cuchichean, mira la viuda, será puta, ¿también con el cura?, y tú resuelto a vigilar de cerca a esas parejas que bailan “agarrao”, en mayo os caso y os salvo, y a ti ya te pillaré, te voy a reventar a penitencias, desvergonzada, no te libras de diez rosarios con todos los misterios.
Y ese calorcito que trae el recuerdo de aquellos ojos en tu nuca, el aroma de su perfume batallando vencedor contra los olores de moho y de incienso del confesionario, su voz susurrante, Padre, me acuso…avivar el paso, los chavales de los caseríos esperan su catequesis y se te está haciendo tarde con tanto pensamiento pecaminoso… pobrecitos, sin escuela, trabajando de sol a sol, las vacas, las ovejas, la huerta, los dos paseos diarios por las lindes de los caseríos por donde pasan las vías, a la caza de esa brasa que la locomotora haya podido dejar en el camino, incendios devastadores incluso en este valle tan húmedo y donde tanto llueve, mal clima para los huesos. Infancias desdichadas, al menos el consuelo de recibir a Jesús pronto, que mayo está ya a la vuelta de la esquina: Soy cristiano por la gracia de Dios, ¿Qué es ser cristiano? Ser cristiano es ser discípulo de Cristo, y una y otra vez esa dulce cantinela en las
4
voces de los chicos, en ese idioma que apenas entienden, sus juegos, hacer enfadar a los fogoneros tirándoles piedras, poniendo monedas y alambres para que la locomotora los aplaste… el tren. Hoy día sólo queda ya la 31, transportando su carga de madera hasta Olloqui… hasta hace pocos años, ese tren de pasajeros y de mineral, cargado de gente feliz y ruidosa, desde la San Sebastián hasta Pamplona, en julio a los Sanfermines, la locomotora renqueando, silbando y soltando vapor, los túneles angostos, la locomotora que no avanza más rápido que el paso de un hombre, las blasfemias del fogonero, como bien decía el párroco de Leiza, las blasfemias llegaron a estos valles con el tren, pero es que han vuelto a mezclarle tierra con el carbón, y aquello no combustiona bien, y palada tras palada, sin parar hasta Leiza. Y Basilio pensando en los días en que hace correr a la vieja locomotora por aquellas cuestas, por aquellas curvas de herradura, confiando en la Virgen y en todos los Santos para que los frenos funcionen también hoy, si los pasajeros supieran el peligro que corren, no se montaría ni Dios en aquellos vagones, pero el tren es la vida del valle, el trasiego de gentes y de mercancías, de madera y de mineral de hierro, de ilusiones viajeras y aventureras y de reencuentros, un mundo sin prisas, sin agobios, hasta ese humo gris debía de ser sano, porque todos lo respiramos y aquí seguimos mientras Dios nos dé fuerzas, bendito sea su Santo Nombre.
Otra vez esa sensación en la entrepierna. El demonio de la carne, ni los vicarios de Cristo podemos librarnos de él, hombres débiles al fin y al cabo, hombres de barro que al barro han de volver, una carrera saltando entre los helechos, olvídate de bracear, las manos recogiendo los pliegues de la sotana, el dolor cada vez más agudo en el dedo gordo del pie izquierdo, parar jadeando, secarse el sudor con el pañuelo bordado con sus iniciales, primorosamente planchado
5
por Jesusa, desanudar el zapato sentado en un tocón de roble vencido, qué placer acariciarse el dedo por encima del grueso calcetín de lana, y lo mejor, ha desaparecido por fín esa tirantez de la entrepierna, Ramoni, demonio hecho mujer, la señal de la cruz, exorcismo ritualizado. Hay que ponerse el zapato antes de que el pie se hinche. El sol ya está alto y se deja notar a través de las copas de los árboles. No hay mucho tiempo que perder, mejor dar la catequesis antes del almuerzo… en el caserío de los Jáuregui seguro que hoy disfrutará también de esas alubias rojas nadando en su caldo espeso, disputándose su sitio en el plato en aromática guerra con esa berza esplendorosa, tal vez hoy hayan dejado incorporarse a la refriega a un buen trozo de esa morcilla de Tolosa, sangre y cebolla, y quien sabe, algún cacho de chorizo viudo asomando su carne “pimentonada” entre las legumbres, y la sidra, esa sidra siempre fresca, siempre abundante, y las tripas que empiezan a convulsionarse anticipando los manjares, pecados de la carne estos también, pero pecados veniales al fín y al cabo, estos sí que no hacen daño a nadie.
Mejor ir siguiendo las vías, se acorta el camino. Qué nostalgia ahora del tren de pasajeros cargado de gente ruidosa, bullanguera y feliz, saludando con sus pañuelos, silbando, cantando… no era rentable, claro, y las riadas sirvieron de excusa para no reparar las vías ni los puentes ni los túneles, y ya solo queda este tramo, y el viejo Basilio a los mandos de la vieja 31 con su cargamento de madera.
Ya en el túnel, el silbido de la locomotora, el traqueteo, el vapor, la luz vacilante horadando la oscuridad, el bulto que camina, más silbidos, o son sólo saludos del viejo maquinista a su amigo el cura,
6
no es mala persona a pesar de ser un cuervo, defendió a la gente del valle ante los falangistas y los requetés y casi le cuesta la vida…las sonrisas, el “agur” afectuoso, Rosendo alza feliz su brazo, Basilio con todo, buen cristiano y sobre todo buen amigo. Rosendo se arrima lo más posible a las paredes del túnel. Una rama, punta de lanza de un brazal de leña, mal estibada, saliendo amenazante del perímetro del vagón, se enhebra con portentosa habilidad de costurera en la sotana flotante que el brazo levantado del cura ha hecho inflarse más allá de la línea de seguridad. La velocidad del tren arrastra vagón, cargamento de madera, rama, sotana y cura. Rosendo es arrastrado a las vías y golpeado por el furgón de cola. Moribundo, con la vista anegada por su sangre ve su zapato izquierdo, negro y liberado sobre los raíles. Cristo, acógeme en tu seno, Santa María intercede por este pobre pecador… a lo lejos, ya fuera del túnel el tren consigue detenerse en un estrépito de frenos, Basilio y el fogonero Fermín descienden espantados de la locomotora, corren hacia el cura, pero Rosendo ya ha abandonado este valle de lágrimas para cuando llegan a su altura.
Un petirrojo curiosea en la entrada del túnel. Poco después remonta el vuelo y se pierde entre las copas de los árboles.
Isidoro Fernández
Antzizar Baserria, Leizarán, octubre de 2022
Esta es una historia de ficción. Los hechos narrados son fruto exclusivamente de la imaginación del autor.
7
Solo queda como cierto que un sacerdote llamado Rosendo fue arrollado por el tren del Plazaola en 1957

CUENTO PROPIO... LA INSPIRACIÓN RETORNA A RÁFAGAS.